Por Pablo Mora Luna, trabajador social, docente universitario y emprendedor local.
Sandra mi pareja acaba de tener un pequeño accidente en la conducción de su vehículo, queriendo tomar una pendiente inclinada y con curva en el acceso de un camino rural comete el error de introducir el cambio equivocado y retrocede violentamente estrellándose contra un poste detrás suyo. Los milisegundos que tuvo para darse cuenta que estaba en retroceso y que su cerebro diera la orden para cambiar su pié hacia el pedal del freno no ocurrió y terminó aboyando su portalón trasero. Susto, perplejidad.
Los eventos y crisis sociales son muchísimo mas lentos que unos milisegundos, sin embargo el tomar conciencia de lo que está ocurriendo, hacer una evaluación correcta de las implicancias, consecuencias y proyecciones y emprender las acciones correctas para remediar o enmendar el rumbo son a veces extremadamente tardíos para detener o aminorar los efectos negativos y el impacto en las vidas humanas involucradas.
Cambio climático, provocado en gran parte por acciones humanas nocivas para el medioambiente, estallidos sociales, guerras en Europa del este y medio oriente como lo ocurrido con Israel y el ataque de Hamas, que en definitiva a cobrado miles de vidas inocentes en especial en el pueblo palestino, en fin podemos enumerar muchas más en donde se pudieron prever las consecuencias y tomar caminos de mitigación y las decisiones sistemáticamente no fueron las correctas y concluye con miles de muertos, desestabilización de las democracias o una humanidad completa afectada en sus condiciones de vida son fruto de la equivocada toma de decisiones a nivel político, social y económico de quienes tienen el deber de guiar y velar por los que con su voto o con su silencio cómplice les delegaron sucesivas cuotas de poder.
Tal y como en el accidente de Sandra, posterior al hecho no vale “llorar sobre la leche derramada”, un vehículo se puede reparar, pero no se pueden reparar las vidas de personas, niños, jóvenes, adultos, ancianos, mujeres y hombres con sueños truncados con dolor y frustración, en definitiva con una existencia que pudiendo ser feliz se vuelve asfixiante, invivible, inexistente. “Que vida quemada, que esperanza muerta, que vuelta a la nada, que fin…” decía el poeta.
Frente a los hechos, el conocimiento de la verdad y el análisis de consecuencias me hacen socialmente responsable de lo que para delante ocurra, pecados por acción o por omisión, es decir, no hacer nada o hacer lo equivocado.
Dicho esto, es necesario abandonar la inercia de la vida, todo se mueve alrededor y en este mar de cambios no podemos quedarnos al lado del camino pensando que “alguien” lo resolverá, pensando que sin no digo nada y adopto la actitud de la araña (quedarnos inmóviles) o de la avestruz (esconder la cabeza hasta que pase el peligro) los hechos sociales que marcan nuestro tiempo van a resolverse.
Querid@ lector(a), todos somos CO-Responsables del mundo que habitamos y de la sociedad en que vivimos, y nada ocurre por el azar sino por la toma sucesiva de pequeñas y grandes decisiones, que no nos mate la inercia de hacer más de lo mismo y cambiar lo que no está funcionando es legítimo y es necesario. Animo que siempre es posible aportar con un granito de arena para mejorar y siempre todos somos necesarios.